Sigue el camino de las baldosas amarillas
jueves, 17 de noviembre de 2011
viernes, 11 de noviembre de 2011
¡Socorro! pero por favor, no me salvéis!
Una mirada que apenas dura un segundo puede hacerte hablar horas y horas.
¿Cuánto dura un beso?¿Ocho segundos?¿Diez?,¿Veinte tal vez?..y sin embargo, ¿Cuánto tiempo te puedes llevar hablando de ese beso? Hay cosas que duran un instante, pero de las que, curiosamente, podemos hablar toda una vida...
¿Cuánto dura un beso?¿Ocho segundos?¿Diez?,¿Veinte tal vez?..y sin embargo, ¿Cuánto tiempo te puedes llevar hablando de ese beso? Hay cosas que duran un instante, pero de las que, curiosamente, podemos hablar toda una vida...
lunes, 11 de julio de 2011
Quisquilloseando
Hoy he visto que, según el Instituto Nacional de Estadística, hay 27 personas que se llaman exactamente igual que yo.
No me ha gustado nada.
No me ha gustado nada.
lunes, 13 de junio de 2011
La cuenta atrás.
Cuando creé el blog me hice la promesa de escribir cada día.
No es nada nuevo mi afición por prometer cosas imposibles, la pereza y la afasia me alejan de ello, y hoy no es ninguna excepción.
Ha sido un día terriblemente caluroso, terriblemente aburrido, tirada en un terrible sofá y viendo una terrible película.
Ha refrescado y salgo a un balcón, no tan horrible, pero si que deja mucho que desear. Me he sentado encima de una nevera azul de playa que desconozco como ha llegado hasta ahí. Tampoco importa mucho cuando vives en una casa llena de gente entrando y saliendo.
No tiene bonitas vistas, de hecho, son bastante feas: carreteras, obras, tráfico,... Un ruido incesante de bocinas y sirenas, de taladros y gritos.
Pero la brisa que corre es agradable y se agradece.
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atrás, ahora los ruidos quedan como un murmullo cercano.
De pronto no importa el ruido, ni los pasos de peatones, ni las luces intermitentes.
No importan nada porque, como todo lo tangible, es caduco y efímero. Todo.
Aunque no quieras que se termine nunca,
porque no quiero abandonar este sucio y ruidoso balcón.
En el tiempo que he tardado en escribir esto, mi compañera ha salido al balcón, ha entrado, ha sacado a un taburete, a vuelto a entrar, ha apoyado la mejilla en el alféizar, se ha levantado, ha traido un cigarro y lo ha encendido.
Ha terminado y ha vuelto dentro.
Pueden haber transcurrido unos quince minutos, quizás más.
Ni siquiera he intuido las palabras de lo que quiero expresar.
Pero algún día lo haré.
Lo prometo...
No es nada nuevo mi afición por prometer cosas imposibles, la pereza y la afasia me alejan de ello, y hoy no es ninguna excepción.
Ha sido un día terriblemente caluroso, terriblemente aburrido, tirada en un terrible sofá y viendo una terrible película.
Ha refrescado y salgo a un balcón, no tan horrible, pero si que deja mucho que desear. Me he sentado encima de una nevera azul de playa que desconozco como ha llegado hasta ahí. Tampoco importa mucho cuando vives en una casa llena de gente entrando y saliendo.
No tiene bonitas vistas, de hecho, son bastante feas: carreteras, obras, tráfico,... Un ruido incesante de bocinas y sirenas, de taladros y gritos.
Pero la brisa que corre es agradable y se agradece.
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atrás, ahora los ruidos quedan como un murmullo cercano.
De pronto no importa el ruido, ni los pasos de peatones, ni las luces intermitentes.
No importan nada porque, como todo lo tangible, es caduco y efímero. Todo.
Aunque no quieras que se termine nunca,
porque no quiero abandonar este sucio y ruidoso balcón.
En el tiempo que he tardado en escribir esto, mi compañera ha salido al balcón, ha entrado, ha sacado a un taburete, a vuelto a entrar, ha apoyado la mejilla en el alféizar, se ha levantado, ha traido un cigarro y lo ha encendido.
Ha terminado y ha vuelto dentro.
Pueden haber transcurrido unos quince minutos, quizás más.
Ni siquiera he intuido las palabras de lo que quiero expresar.
Pero algún día lo haré.
Lo prometo...
martes, 5 de abril de 2011
domingo, 20 de marzo de 2011
No quiero abrazos, no los necesito.
La primera mentira es pensar
que un día puedes cambiar,
no lo harás y tú lo sabes,
eso nunca lo hizo nadie, ni lo hará.
La segunda mentira es creer
que el viento puede traer
aire nuevo y refrescante,
aire que limpie tu sangre, no lo crees.
La tercera mentira,
esperar que el tiempo pueda curar
las heridas de la carne,
las que te haces con los años al andar.
(Niños Mutantes)
que un día puedes cambiar,
no lo harás y tú lo sabes,
eso nunca lo hizo nadie, ni lo hará.
La segunda mentira es creer
que el viento puede traer
aire nuevo y refrescante,
aire que limpie tu sangre, no lo crees.
La tercera mentira,
esperar que el tiempo pueda curar
las heridas de la carne,
las que te haces con los años al andar.
(Niños Mutantes)
martes, 15 de marzo de 2011
Creo que...
...el mundo sería un lugar mejor si pudiéramos dar con mercomina las malas noticias o pasar los malos ratos.
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