lunes, 13 de junio de 2011

La cuenta atrás.

Cuando creé el blog me hice la promesa de escribir cada día.
No es nada nuevo mi afición por prometer cosas imposibles, la pereza y la afasia me alejan de ello, y hoy no es ninguna excepción.

Ha sido un día terriblemente caluroso, terriblemente aburrido, tirada en un terrible sofá y viendo una terrible película.

Ha refrescado y salgo a un balcón, no tan horrible, pero si que deja mucho que desear. Me he sentado encima de una nevera azul de playa que desconozco como ha llegado hasta ahí. Tampoco importa mucho cuando vives en una casa llena de gente entrando y saliendo.
No tiene bonitas vistas, de hecho, son bastante feas: carreteras, obras, tráfico,... Un ruido incesante de bocinas y sirenas, de taladros y gritos.

Pero la brisa que corre es agradable y se agradece.
Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia atrás, ahora los ruidos quedan como un murmullo cercano.

De pronto no importa el ruido, ni los pasos de peatones, ni las luces intermitentes.
No importan nada porque, como todo lo tangible, es caduco y efímero. Todo.

Aunque no quieras que se termine nunca,
porque no quiero abandonar este sucio y ruidoso balcón.




En el tiempo que he tardado en escribir esto, mi compañera ha salido al balcón, ha entrado, ha sacado a un taburete, a vuelto a entrar, ha apoyado la mejilla en el alféizar, se ha levantado, ha traido un cigarro y lo ha encendido.
Ha terminado y ha vuelto dentro.


Pueden haber transcurrido unos quince minutos, quizás más.
Ni siquiera he intuido las palabras de lo que quiero expresar.
Pero algún día lo haré.
Lo prometo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario